15/9/06

La Policía no pudo determinar el explosivo usado en 9 atentados de ETA con el PP en el poder

"Cuesta creer que tras doce explosiones en distintos lugares distintos no sea posible encontar restos para determinar científicamente qué fue lo que estalló." (13-09-06, Eduardo Zaplana en sede parlamentaria).

15-09-06 - J. P., P. M. (ABC)

En al menos nueve atentados perpetrados por ETA mediante la colocación de coches bomba, con Gobierno del PP, las Fuerzas de Seguridad del Estado no pudieron determinar el tipo de explosivo empleado pese a que la mayoría de estas acciones terroristas quedaron después esclarecidas con la detención de sus autores. Así consta en otros tantos informes realizados por el Servicio de Desactivación de Explosivos de la Policía. Ahora, el portavoz popular en el Congreso, Eduardo Zaplana, y algunos medios de comunicación se extrañan de que no se haya podido concretar el explosivo que estalló en los trenes el 11-M.

El 10 de junio de 2001 ETA hacía estallar un coche bomba en la Gran Vía de Juan Carlos I de Logroño. El correspondiente informe aseguraba que «la magnitud de la explosión impidió la recuperación de restos identificativos del artefacto, pero considerando las circunstancias de la incidencia, puede establecerse que el artefacto sería de iniciación eléctrica y activación temporizada». Asimismo, se indicaba que «la carga explosiva, a juzgar por los efectos producidos, consistiría en aproximadamente 50 kilos de un alto explosivo», aunque sin poder determinarse el tipo.

El 27 de agosto de 2001, otro coche bomba colocado por un «comando» itinerante, cuyos miembros fueron después detenidos, provocó importantes daños en uno de los aparcamientos del aeropuerto de Barajas. El atestado señalaba que «no se ha podido determinar mediante analítica química el tipo de explosivo utilizado, pero por los efectos de la explosión se concluye que se habrían utilizado aproximadamente 60 kilos de un alto explosivo».

El 12 de octubre de 2001 otro coche bomba causaba estragos en un aparcamiento subterráneo de la plaza Colón de Madrid. El informe de los Tedax aludía a un «alto explosivo» sin determinar.

El 1 de mayo de 2002 los pistoleros de un reconstituido «comando Madrid», después capturados, hacían estallar un coche bomba cerca del estadio Santiago Bernabéu. Horas después explosionaba un segundo vehículo, usado por los terroristas para huir, en la calle Embajadores. En ambos casos, las investigaciones de los Tedax concluían que se había empleado un «explosivo sin especificar».

El 21 de junio de ese mismo año, grupos itinerantes de ETA hacían estallar sendos coches bomba en hoteles de Marbella y Fuengirola, así como en el aparcamiento de El Corte Inglés de Zaragoza. Los informes policiales volvían a aludir al empleo de un «explosivo sin especificar». No obstante, en el caso de la acción terrorista de Zaragoza se apuntaba, pero como hipótesis a la vista de la concurrencia de distintas circunstancias, el uso de «cloratado (cloratita)» como «la carga principal reforzado con un alto explosivo tipo dinamita (Titadyne)».

Un día después, un «comando» con base en Vizcaya hacía estallar otro coche bomba en Santander. Los Tedax reconocían en su atestado que «los resultados de los análisis no permiten determinar con exactitud el explosivo empleado», ya que no se hallaron rastros.

Por último, el 3 de diciembre de 2002 de nuevo Santander era escenario de una explosión, el enésimo coche bomba de la banda. Y una vez más, el informe de los expertos concluía que «tras las pruebas y los análisis correspondientes en el laboratorio no se ha podido determinar el tipo de explosivo empleado».

La imposibilidad de determinar la clase de explosivo utilizado en estas acciones criminales no puso en duda la investigación correspondiente ni derivó en polémica política. Cuando sus responsables fueron detenidos, esa indeterminación del explosivo no supuso traba alguna para la recopilación de pruebas dirigidas a imputar a los autores materiales puestos a disposición de la Audiencia Nacional. De hecho, existen sumarios en los que se reconoce la imposibilidad de determinar el explosivo empleado en algunos atentados que, sin embargo, supusieron la condena de los autores en base a otra serie de pruebas.

Por tanto, no es extraño que sea imposible determinar qué tipo de explosivo concreto se utiliza en un atentado. Es lo ocurrido en el caso del 11-M, en el que la inspectora jefe del Laboratorio Químico Toxicológico de la Comisaría General de Policía Científica declaró al juez Del Olmo que no se podía concretar el explosivo empleado por los terroristas -«sólo que es dinamita»- porque varios factores lo hacían imposible: que la propia explosión provocó que desaparecieran componentes, que lo analizado no era una muestra del explosivo, sino de lo que quedó adherido a otros objetos, y que precisamente esos elementos -plásticos, por ejemplo- podían interferir en el estudio.

El juez del Olmo, al contrario de lo sucedido con los atentados etarras, sí pudo determinar que se trataba de Goma 2 Eco, al no haber explosionado una de las mochilas bomba: la misma Goma 2 Eco robada en Asturias -ya hay una sentencia firme que declara este hecho como probado- y que apareció en el piso de Leganés en el que se suicidaron los terroristas o en el artefacto colocado en las vías del AVE en Mocejón, entre otros lugares.


Dificultades también para fijar la cantidad

Los expertos reconocen desde hace tiempo las dificultades que en determinadas circunstancias -magnitud de la explosión, por ejemplo- se dan para precisar incluso la cantidad de explosivo empleada en un atentado. En este sentido se recuerda cómo los Tedax calcularon que el coche bomba que el pasado 25 de septiembre estalló en un polígono industrial de Ávila contenía entre 15 y 20 kilos de explosivo. ETA, sin embargo, en un «zutabe» difundido posteriormente aseguraba que habían sido 80 kilos.

Los Tedax lo consideraron factible. Dos días después los expertos informaron de que otra bomba contra una central eléctrica de Zaragoza tenía dos kilos de explosivo, mientras que la banda aseguró que eran 15. Interior calculó que el coche bomba que en 1987 destruyó la casa cuartel de Zaragoza tenía 50 kilos de amonal. Cuando Henry Parot fue detenido declaró que había colocado 250 kilos.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo he comentado en desiertoslejanos.com: en los atentados del 11M sí se pudo identificar el tipo de explosivo, que fue dinamita. Lo que no se pudo identificar fue la marca. Los 9 casos que señala ABC son de atentados en que no se pudo identificar el explosivo. Y recordemos que muchas veces "inferían" la marca porque sabían que ETA disponía de tal o cual que había robado en fechas anteriores. Imposibilidad de identificar la marca de dinamita seguro que hubo en más de 9 casos.