9/3/06

El juez culpa del 11-M a una célula islamista local conectada con Irak, Francia, Bélgica e Italia

La investigación ha señalado con pruebas contundentes a quienes perpetraron el 11-M.- Se otorga un papel relevante en la decisión y planificación del atentado a Youssef Belhadj y Hassan el Haski

09-03-06 - J. A. Rodríguez

El juez Juan del Olmo ultima el auto de procesamiento por los atentados del 11-M, en el que culpará de la matanza a una "célula local" islamista, que sería una de las piezas "de una estructura ramificada" internacional también asentada en Francia, Bélgica, Italia, Marruecos e Irak, entre otros países. La investigación ha acumulado una abrumadora cantidad de pruebas que sitúan en los escenarios clave del 11-M a los siete terroristas que se suicidaron en Leganés, a dos de los islamistas presos y a cinco personas aún anónimas. La instrucción otorga un importante papel en la decisión y planificación del atentado a dos personas, vinculadas al Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM): Youssef Belhadj (a quien Bélgica liga con una red para repatriar a combatientes de Afganistán) y Hassan El Haski (dirigente del GICM preso).

Los autos dictados por Del Olmo para prorrogar la prisión de nueve de los primeros detenidos por el 11-M, así como el documento con el que justificó el encarcelamiento de El Haski, son las claves de por donde irá el auto de procesamiento. Los textos de prórroga de prisión no dejan dudas: "La instrucción judicial ha permitido aflorar una estructura ramificada en un marco internacional, con referentes locales en España, pero también en Francia, Bélgica e Italia (por ceñirse al ámbito europeo), que se ha mostrado muy activa, no sólo en su labor de propaganda radical islamista y en el proselitismo de nuevos adeptos para ser enviados a las zonas en conflicto como Irak, sino en su capacidad para crear presuntas células terroristas a nivel local europeo destinadas a llevar a cabo acciones terroristas (como las de Madrid)".

Esta red profesa la ideología salafista para aplicar la yihad más violenta y se apoya en "entramados de grupos terroristas (como el GICM) para facilitar el traslado, cobijo y protección de presuntos miembros de organizaciones terroristas islamistas, dando la cobertura necesaria con documentación falsa y dinero para huir del territorio español (como sucedió tras los atentados en Madrid, en el que varios implicados se dirigieron hacia Francia-Bélgica, hasta ser finalmente perdida su pista)".

Belhadj, según Del Olmo y el juez de Bruselas Daniel Fransen, sería el eje de un entramado terrorista "cuyo objetivo", asegura Fransen, "sería hacer que volvieran a Europa personas que hubieran seguido entrenamientos paramilitares en campos relacionados con Al Qaeda en Afganistán y extraer de Marruecos islamistas radicales buscados en ese país".

En ese grupo, asentado en la ciudad de Maaseik, estaría inmerso el marroquí Youssef Belhadj, quien fue considerado como la persona que se autoidentificó en un vídeo de reivindicación del 11-M como "Abu Dojanah al Afgani, portavoz militar de Al Qaeda en Europa". Éste, además, ha sido vinculado con los atentados de Casablanca y el asesinato del cineasta Theo Van Gogh. Hay un hecho significativo: en noviembre de 2003 (fecha en que Serhane El Tunecino empezó a decir que había que castigar a España por su apoyo a la guerra de Irak) compró otro teléfono y puso como fecha de nacimiento de su titular el 11 de marzo de 1921: el día y el mes del atentado de Madrid y la sura 21, que señala: "Se acerca el momento en que los hombres deban rendir cuentas". Belhadj estuvo en Leganés en febrero de 2004 y se fue de España días antes del 11-M. Con esos teléfonos antedichos y otros, el grupo de Maaseik estuvo en contacto con 65 teléfonos de España.

El grupo belga tenía relaciones, según Fransen, con Rabei Osman el Sayed, El Egipcio, imputado por el 11-M, y Hassan El Haski, Abu Hamza. Éste estaba inmerso en la época de los atentados de Madrid en una lucha interna en el GICM para hacerse con el liderazgo de la organización. Sus pasos son investigados, además de por España, por Bélgica, Francia y Marruecos. Un preso en Francia, Attila Turk, asegura que El Haski supo todos los preparativos del 11-M e incluso lo sitúa en la esfera organizativa. El Haski y Belhadj estaban supuestamente en la cúspide, pero la autoría material correspondió a la célula local. Las pruebas acumuladas, especialmente las huellas dactilares y los perfiles de ADN localizados en los escenarios de la masacre, correspondientes al menos a 12 terroristas, son la mejor forma de reconstruir el 11-M. La mayoría de estas pruebas fueron obtenidas entre el 11 de marzo de 2004 y el 16 de abril de 2004, con Ángel Acebes de ministro del Interior.

Las huellas de la matanza comenzaron a revelarse en la Renault Kangoo, matrícula 0576-BRX, junto a la que el portero de un bloque próximo a la estación de Alcalá de Henares vio, a las siete de la mañana, a tres sospechosos cargados con mochilas. El portero se lo contó al presidente de su comunidad de vecinos y éste llamó a la policía. El vehículo fue revisado con un perro policía que comprobó que "no había peligro de explosión". La furgoneta fue llevada a la Comisaría de Policía Científica, donde fueron halladas una cinta coránica y una bolsa de basura de color azul con siete detonadores y un resto de explosivo.

El análisis de la furgoneta llevó a saber que esos detonadores y ese resto de explosivo Goma 2 Eco (según certificó un alto cargo de Unión Española de Explosivos) sólo se suministraban de forma conjunta a las minas asturianas de Caolines de Merillés. Además, en la furgoneta fueron hallados 10 perfiles genéticos y 20 huellas. Entre esos restos de ADN estaban los de Abdennabi Kounjaa, Allekema Lamari y Riaat Anouar Asrih. Los tres se suicidaron en Leganés, tras cometer dos ataques fallidos. Una huella era del argelino huido Daoud Ouhnane. La presencia de un grupo de islamistas en Alcalá de Henares quedaba aún más confirmada cuando fue localizado un Skoda Fabia, matrícula 3093-CKF, en el que estaba el ADN de Lamari.

Las pruebas siguieron acumulándose el mismo 11-M. Ese día, dos testigos vieron a varias personas bajarse de los trenes en Vicálvaro (justo antes de la estación del Pozo) y desprenderse de las ropas que llevaban. La Guardia Civil recogió esas prendas, donde estaba el rastro genético de Rifaat Anouar Asrih, Mohamed Oulad Akcha y Abdennabi Kounja (muertos en Leganés junto a Allekema Lamari, Jamal Ahmidan, Rachid Oulad Akcha y Serhane Ben Abdelmajid) y también del hoy preso Othman el Gnaout.

La pesquisa sobre la única mochila bomba desactivada confirmó la implicación de una trama de traficantes de drogas y explosivos de la que formaba parte el ex minero José Emilio Suárez Trashorras. La mochila, tras un convulso trasiego desde la estación del Pozo al Ifema (donde se había instalado el depósito de cadáveres) hasta acabar en la comisaría de Puente de Vallecas, estaba cuajada de huellas dactilares, decenas, amontonadas entre sí, según los investigadores, imposible de discriminar. Pero el teléfono y la tarjeta que contenía llevaron hasta Jamal Zougam, considerado por el juez autor material y conocido de los servicios antiterroristas. Tirando del hilo de la tarjeta, los agentes llegaron al piso de Leganés, donde se suicidaron siete terroristas el 3 de abril de 2004, un día después del atentado fallido contra el AVE.


El ADN del peor atentado: La investigación ha señalado con pruebas contundentes a quienes perpetraron el 11-M

La investigación de los atentados ha permitido dejar varias cosas claras, sin posibilidad de contradicción. La principal es que hay 25 perfiles genéticos y 22 huellas dactilares de los islamistas autores de la matanza en los escenarios del crimen. La segunda es que lo único probado con sentencia firme sobre el 11-M es que José Emilio Suárez Trashorras facilitó los explosivos a los islamistas. La tercera es que ese explosivo y no otro estaba en la furgoneta usada por los terroristas para su traslado, la casucha de Chinchón donde se montaron las bombas, la única mochila desactivada, la bomba que fue colocada en las vías del AVE cuando el PSOE ya había ganado las elecciones y el piso de Leganés en el que se suicidaron siete islamistas. Con esos mimbres, y muchos otros obtenidos en las pesquisas y aún secretos, los principales encartados en el caso por el momento son.

Hassan el Haski. En prisión por los atentados del 11-M. Fue detenido en Lanzarote en diciembre de 2004. Nacido en Marruecos en 1963. Estuvo en Afganistán, vivió en Siria y residió en Madrid hasta 10 días antes del atentado. Luego huyó a Francia, donde contactó con compañeros islamistas para que le buscaran un apartamento para refugiarse. Pertenece al Grupo Islámico Combatiente Marroquí. Desempeñaba un papel importante en la organización terrorista, hasta el punto de que algunos de sus compañeros sostienen que se disputaba con Said Hakimi la jefatura del grupo criminal. Declaró a sus compañeros que el atentado de España había sido cometido por su "grupo de marroquíes". Del Olmo le procesó por "idear, preparar y contribuir de manera efectiva" el 11-M.

Serhane Ben Abdelmajid Farkhet, El Tunecino. Residía en España desde 1996. Se suicidó en el piso de Leganés en abril de 2004. Trabajaba en una inmobiliaria próxima a la mezquita del barrio madrileño de Tetuán. Cuando preparó y cometió el atentado, tenía 35 años. Desde mediados de 2003, según algunos amigos suyos que declararon ante la policía, El Tunecino hacía "expresas manifestaciones" sobre la preparación de una actuación violenta en España, y en concreto en la zona de Madrid. Su ADN está en la casucha de Chinchón y su cuerpo reventó en Leganés

Allekema Lamari. Este terrorista argelino se suicidó en el piso de Leganés. Lo que sigue es el retrato que elaboró el Centro Nacional de Inteligencia sólo unos días después del 11-M: "Fue condenado en 2001 en España por terrorismo a 14 años de prisión, pero tras haber cumplido 6 años y pendiente de la resolución de un recurso, salió de prisión de Lama (Pontevedra) en junio de 2002. Tras su salida de la cárcel, Allekema Lamari, ya de por sí frío y muy religioso, presentaba un perfil más fanático. Se mostraba solitario, cauteloso, descontrolado ideológicamente y peligroso (...) Esta radicalización y resentimiento hacia España han hecho que desde su salida de la cárcel su único objetivo sea, según manifestó en sus círculos más cercanos, llevar a cabo en territorio nacional atentados terroristas de enormes dimensiones, con el propósito de causar el mayor número de víctimas posibles. También comentó la posibilidad de materializar la amenaza llevando a cabo descarrilamiento de trenes". Su ADN está en los dos coches de Alcalá y en el piso de Leganés.

Jamal Ahmidan El Chino. Se suicidó en Leganés 23 días después de cometer el atentado. Acudía a rezar a la Mezquita, donde era conocido por "casi todos" como un traficante de drogas. En 1999, cuando tenía 28 años, intentó fugarse del Centro de Internamiento de Extranjeros de Madrid, donde esperaba su expulsión a Marruecos. El Chino provocó un pequeño incendio en el centro y roció con aerosol a varios agentes. Ahmidan fue condenado a tres años por este hecho, pero antes de ingresar en prisión regresó a su ciudad natal, Tánger, donde supuestamente fue condenado a prisión tras apuñalar a un conocido. Los investigadores aseguran que fue en una cárcel de Marruecos donde comenzó a radicalizarse. Su perfil genético está en la casucha de Chinchón y en Leganés.

Abdennabi Kounjaa. Nacido en 1975 en Taourit (Marruecos). Es el único de los terroristas que dejó un testamento escrito. Fue uno de los miembros del comando más activo, ya que su perfil genético está en todos los escenarios de la matanza, lo mismo que el de Asrih Rifaat Anouar. Estos dos, además de colocar mochilas el 11-M y participar en los dos intentos fallidos de atentado contara sendos trenes AVE, se suicidaron en Leganés.

Youssef Belhadj. Marroquí de Touzine, nacido el 27 de mayo de 1976. Fue detenido en Bélgica. Supuestamente es el eje de un entramado internacional destinado a ayudar a volver a Europa a combatientes entrenados en Afganistán. Está considerado el presunto autor de la reivindicación del 11-M grabada en vídeo el 13 de marzo. Belhadj se identificaba entre los suyos como Abu Dojanah. El lector del texto de reivindicación se autodenomina Abu Dojanah al Afgani (el de Afganistán), portavoz de Al Qaeda.


Dos años de investigación, ni rastro de ETA

El empeño del PP desde el mismo instante de los atentados de implicar a ETA en la matanza ha obligado al Cuerpo Nacional de Policía, el CNI y a la Guardia Civil a elaborar multitud de informes sobre la matanza para entregarlos al juez Juan del Olmo. Todos llegan a la misma conclusión: nada, absolutamente nada. El juez, con una alta probabilidad, explicará en su auto qué se ha investigado sobre esta relación y la inexistencia de dato alguno que la avale. Hasta ETA lo ha desmentido y, por si faltara algo, Al Qaeda ha colgado en Internet una autocrítica sobre los fallos "en los benditos atentados de Madrid".

Lo investigado hasta ahora y que siempre ha llevado a punto muerto son estos hechos.

- La relación entre los terroristas de las dos caravanas cargadas de explosivos con dirección a Madrid. La supuesta relación parte de la premisa falsa de que partieron el mismo día y que, incluso, ETA iba hacer un préstamo de explosivos a los islamistas. Pero la caravana de los islamistas partió de Avilés a las 12.00 del 29 de febrero, mientras la de los etarras entró en España por Binéfar (Huesca), el 28 de febrero, y fue detenida en Cañaveras a las 0.40 del día 29. Se han investigado las llamadas de los teléfonos de los etarras y los de los islamistas. Ni un solo contacto. Si los islamistas tenían apalabrados los explosivos desde un mes antes, ¿para qué quería el préstamo de ETA? El juez tiene varios informes sobre este asunto. Policía y Guardia Civil califican de "falsa" cualquier relación entre ambos grupos.

- Los contactos entre etarras e islamistas en la cárcel. La Guardia Civil le contó al juez esto: "Se han obtenido indicios que revelan los contactos personales en prisiones españolas de miembros de ETA con islamistas radicales, sin que se tenga conocimiento de que la relación que haya podido existir entre ellos se haya extendido a aspectos distintos de la mera relación personal que resulta lógica entre personas que se ven obligadas a vivir en un centro penitenciario (...) A este respecto, los presos de ETA también han mantenido contactos con presos de otras organizaciones terroristas, además de las islamistas, y con presos condenados por delitos que no están relacionados con la actividad de bandas y organizaciones armadas".

- El robo en el callejón de Trashorras. El 1 de diciembre de 2002, con Ángel Acebes en Interior, dos etarras robaron un coche en la calle donde tenía un taller el ex minero José Emilio Suárez Trashorras. Se ha investigado la presencia de los etarras en Avilés y se ha entregado un informe al juez. No se ha encontrado relación alguna, ya que los investigadores concluyen: "La presencia de los componentes de este comando en Asturias obedeció a razones de estricta seguridad y no a la búsqueda de ningún tipo de contacto".


1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Por qué pones este refrito como la primera de las últimas entradas publicadas, si ya está un poco anticuada (9-3-06)?

¿es que confías en que la mayoría de tus lectores más adictos al régimen sólo lean los titulares (pa no romperse más la cabeza con este lío, tío)?

Yo no sé quien es el que miente y manipula más en este país, pero macho, lo que es el autor de esta página web, no se queda atrás.