12/6/05

Regreso al 11-M

12-06-05 - Javier Pradera

Los grupos de la comisión de investigación sobre el 11-M presentaron el pasado miércoles por separado sus conclusiones, basadas en los testimonios recogidos y la documentación examinada conjuntamente durante un año. Los comisionados tratarán ahora de consensuar el dictamen que deberá ser votado el 30 de junio por el Pleno del Congreso. El PP rechazará sin duda cualquier pronunciamiento común sobre las responsabilidades culposas del Gobierno de Aznar en el tratamiento político preventivo de la amenaza islamista, pese a que los datos policiales y judiciales disponibles así lo requerían; también negará su dolosa manipulación informativa durante las 72 horas siguientes al atentado a fin de imputar su autoría a ETA. La resistencia de los populares a respaldar el 11 de marzo de 2005 las elogiables recomendaciones de la comisión orientadas a mejorar la atención a las víctimas y la seguridad del Estado frente al terrorismo islamista hace temer que su boicot se extienda a la adopción de medidas operativas.
El proyecto de dictamen del PP sigue fielmente el guión argumental recitado al pie de la letra en las sesiones de la comisión por sus portavoces y por los comparecientes del anterior Gobierno (el presidente Aznar y los ex ministros Acebes y Zaplana). La descosida fabulación paranoide, la cínica negación de las evidencias, los torpes propósitos autoexculpatorios y la maliciosa siembra de sospechas que inspiran esas conclusiones construyen un edifico irreal a prueba de desmentidos; el modelo de esa fraudulenta arquitectura podrían ser los Protocolos de los Sabios de Sión que los nazis utilizaron para destruir la República de Weimar. Las amuralladas paredes de esa fantasmal fortaleza artillada sin cimientos empíricos no sólo protegen a Aznar y a sus ministros de la rendición de cuentas por sus negligencias y manipulaciones; también ofrecen refugio sagrado en esa nueva Covadonga a los militantes y a los votantes más crédulos, a la espera de que los reveses (la desaceleración de la economía o el recrudecimiento del terrorismo etarra o islamista) vayan desgastando al Gobierno socialista y les ofrezcan la oportunidad de una buena catástrofe que les lleve otra vez al poder.

El PP denuncia la existencia de una tenebrosa conspiración para cerrar la comisión del 11-M, cuyas puertas deberían permanecer indefinidamente abiertas mientras no crucen dócilmente su umbral -dentro de un año o en la próxima década- un rebaño de datos capaces de avalar una explicación alternativa de la autoría del atentado, fehacientemente atribuida, sin embargo, al terrorismo islamista por las indagaciones policiales y el juez instructor. Esa espera sin prisas y sin plazos del milagro recuerda el culto de cargo de los aborígenes austrialianos al acecho de la divina sorpresa procedente del cielo; hasta que algún hecho amigo valide las locas conjeturas sobre la participación de ETA en el 11-M, los servicios secretos de Marruecos o de Francia e innominados miembros de la policía y la Guardia Civil -culpables de fallos deliberados- teledirigidos por el PSOE, las reglas para extraer conclusiones del razonamiento inductivo quedarán eternamente en suspenso.

Las acusaciones explícitas o implícitas del PP lanzadas contra las socialistas por sus oscuras connivencias en el atentado coexisten de forma incongruente con una operación diversionista de relativismo cogniscitivo que deja en mantillas la teoría de la verdad poliédrica (subjetiva, empírica, policial y gubernamental) sobre el 11-M aportada por CiU en sus conclusiones. Ese escéptico enfoque relativista -criticado por el papa Ratzinger- mantiene que no sólo las opiniones, sino también las informaciones -todas ellas- merecen igual respeto, sin que sea de buen gusto pronunciarse sobre su grado de veracidad. Si el Rashomon de Kurosava equipara las contradictorias interpretaciones sobre el mismo suceso de sus protagonistas, las equidistantes y neutrales posiciones respecto a las conclusiones de los partidos sobre el 11-M otorgan idéntica legitimidad a las embusteras majaderías de Zaplana que a las versiones basadas en los hechos acreditados por la policía y establecidos por el juez Del Olmo en el sumario.

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