22/4/05

Un confidente avisó de los preparativos del 11-M tres meses antes

23-04-05 - Jorge A. Rodríguez (EL PAÍS)

Un testigo protegido declaró al juez el 22 de abril de 2004 que tres meses antes de los atentados del 11-M había avisado a un policía del que era confidente de que unos marroquíes que traficaban con drogas "iban a poner bombas en los trenes". Así figura en uno de los 35 tomos del sumario del 11-M sobre los que el juez Juan del Olmo ha levantado el secreto.

La información sobre los preparativos se la pasó al testigo a finales de 2003 su cuñado, un conocido narco quien, a su vez, se había enterado a través de traficantes de hachís. Estos últimos resultaron ser dos de los suicidas de Leganés, los hermanos Rachid y Mohamed Oulad, y Jamal Zougam. El 15 de marzo, sólo cuatro días después de la matanza, la Sección Tercera de la Brigada Central de Estupefacientes de la policía entregó un escrito al juez Del Olmo, en el que confirmaba la existencia del aviso.

El testigo protegido, según la nota policial del 15 de marzo, aseguró que su cuñado (preso por su supuesta implicación en la matanza) le comentó "hace aproximadamente unos cuatro meses" que "conocidos suyos, marroquíes residentes en Francia, tenían previsto realizar un atentado en algún transporte público de España". El comentario no quedó en el aire pues, tal y como le contó luego al juez, le pareció que su cuñado "hablaba en serio y estaba muy seguro".

Este convencimiento le llevó a telefonear primero a la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) de la Comisaría General de Información de la policía, donde preguntó por un tal Ángel Soto (con quien había colaborado anteriormente). Como no dio con él, llamó a Evaristo Tobares, de la unidad de estupefacientes, con quien también había colaborado con anterioridad, según su propio testimonio. "Le comenté que no tomara ningún tipo de tren o transporte público de metro porque sabía que iban a poner bombas en los mismos", le contó al juez el testigo protegido.

Su cuñado había conocido esa información gracias a "gente" que le traía "chocolate de Marruecos" para reexpedirlo hacia Francia. Este familiar del testigo protegido se marchó poco después a Francia, de donde regresó con un coche de segunda mano acompañado con dos personas, un tal Jamal y un tal Mohamed, "al parecer hermanos", con los que dos semanas antes de los atentados se reunió en la cafetería Nuria, en las proximidades de la estación de Atocha.

Los tres le contaron al confidente que habían venido a Madrid a comprar cocaína y, tras tomar algo, quedaron en volverse a ver dos días después en la plaza de Manuel Becerra, siempre en Madrid. Para la transacción disponían de 18.000 euros en efectivo. Esa cocaína supuestamente iba a ser cambiada por hachís y el hachís por la dinamita luego utilizada en los atentados.

Al día siguiente se vieron en una cafetería de la calle del Comandante Zorita, a la que, según el testigo, acudió un tal Munir, "el chófer del embajador marroquí". La Embajada de Marruecos ha negado que tenga o haya tenido un chófer llamado Munir e incluso se ha ofrecido a mostrar toda la documentación laboral sobre sus empleados.

La conversación en la antedicha cafetería versó sobre un cargamento de hachís que habían ido a comprar a Algeciras, justo días antes de que Jamal Ahmidan, el Chino, viajara a Palma de Mallorca para realizar transacciones con costo, pero no se dijo ni palabra de los atentados. Los investigadores han sostenido en todo momento que los atentados fueron financiados mediante el tráfico de hachís.

Ya después del 11-M, el testigo protegido volvió a llamar para repetirle la información al agente Tobares, que rápidamente se reunió con él, acompañado de otro policía, apellidado Maestre. Quedaron en que el testigo volvería a reunirse con su cuñado, que acababa de volver de Francia tras ausentarse de Madrid justo el día antes de los atentados. Dicha reunión se celebró y fue grabada, aunque en los documentos judiciales no consta que lo hiciera por indicación policial.

"Le comenté [a mi cuñado]", le contó el testigo al juez, "que había pasado exactamente lo que él me había contado de las explosiones en los trenes y me comentó que menos mal que no había habido gas también para hacer más daño; y me dijo que el organizador de todo había sido Amer", supuestamente Amer el Azizi, huido a Francia desde España tras la desarticulación, a finales de 2001, de la célula islamista de Abu Dahdah, que es juzgada desde ayer por la Audiencia Nacional. El testigo añade que el tal Amer "era una persona que había estado en Afganistán, era experto en ordenadores y estaba en Francia".

El juez le dio crédito y le dio mucho más cuando le mostró la colección de fotos de los detenidos y sospechosos para que los identificara. Inmediatamente señaló la fotografía número dos como la correspondiente al tal Munir, pero resultó que era la imagen de Jamal Zougam, el dueño del locutorio de Lavapiés que ha sido reconocido por varios testigos como una de las personas que colocó bombas en los trenes fatídicos.

Sin dudar el testigo fue reconociendo fotográficamente a Amer El Azizi (supuesto dirigente de Al Qaeda para Europa y al que señala como organizador); a Mohamed Chaoui (hermano de Zougam, en libertad con cargos, del que dice que sólo lo conoce de verlo por el barrio); a los hermanos Mohamed y Rachid Oulad, a quienes identifica como los traficantes que acudieron a las citas junto a su cuñado (ambos muertos por suicidio en Leganés); a Said Berraj, supuesto mensajero de Al Qaeda, huido tras la matanza; a Antonio Toro Castro, el cuñado del minero José Emilio Suárez Trashorras, al que solía ver con los anteriores merodeando por Lavapiés; y a Abdennabi Kounjaa, otro de los supuestos autores materiales que se suicidaron en Leganés.

El testigo fue aclarando que su cuñado insistía, cada vez que hablaban de los atentados, en que el organizador de todo era Amer, pero que quien también estaba perfectamente informado de todo y conocía a todos los implicados era Rabei Osman, Mohamed el Egipcio, recién devuelto a Italia tras permanecer varios meses en España en situación de entrega temporal.

El cuñado del testigo protegido, nacido el 11 de marzo de 1972 en El Kelaa des Sraghna (Marruecos), fue detenido el 12 de julio de 2004 en Leganés tanto por su relación con los hermanos Oulad como por haber conocido a gente que tenía intención de poner bombas en los trenes. En la actualidad permanece en prisión.

Él aviso del testigo protegido, cursado como mínimo en diciembre de 2003, cayó en saco roto, ya que no fue recuperado hasta cuatro días después de los atentados, cuando aún estaban al frente del Ministerio del Interior Ángel Acebes y su equipo. Pero nada se había sabido hasta ayer, cuando llegaron al Congreso de los Diputados los 35 tomos y cuatro piezas separadas del sumario del 11-M sobre el que el juez Juan del Olmo ha levantado el secreto del sumario para que fueran entregados a la comisión parlamentaria que aún está investigando la matanza.

Las fuentes policiales consultadas no han podido precisar qué curso se dio al chivatazo de cuatro meses antes de los atentados, pero sí han precisado que tuvieron conocimiento posterior por comunicación judicial. El aviso del confidente, además, se habría producido dos meses después de que Osama Bin Laden difundiera un vídeo en el que amenazaba a los países que estaban prestando apoyo a Estados Unidos en Irak. Las citadas fuentes han rehusado hacer comentarios sobre el confidente ni sobre la posterior declaración del cuñado del testigo protegido.

La supuesta implicación de Amer el Azizi había sido puesta de manifiesto en las investigaciones judiciales y policiales, e incluso se le había situado en España en las fechas inmediatamente anteriores al 11-M. Abdelouahid Berraj (hermano de Said el Mensajero, huido por la matanza), aseguró que había estado en las sesiones de purificación con agua bendita procedente de La Meca (Arabia Saudí) que varios de los implicados hicieron en una peluquería de Lavapiés. Azizi solía ir acompañado de Abu Dahdah y de Said Chedadi.


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